Según un nuevo estudio, un ciclo intermitente
permite bajar de peso un 47% más que una dieta continua. También ayuda a no
recuperar peso al terminar
La gran cantidad de dietas que se popularizan puede
resultar abrumadora. Algunas, que tienen seguidores fervorosos, como la dieta
paleo o el veganismo, son difíciles de seguir. Para quienes necesitan
adelgazar, una opción sencilla para hacerlo de manera acelerada puede sonar a
algo increíble. Pero la Universidad de Tasmania dice que la ha encontrado:
interrumpir la dieta con dos semanas de no hacer dieta.
El cambio rompe una de las mayores dificultades que
enfrentan las personas que necesitan bajar de peso: para adaptarse a la
restricción energética, el metabolismo compensa el gasto calórico, de manera
tal que se come menos pero se gasta menos. Esa meseta es uno de los factores
más frustrantes en el esfuerzo por adelgazar
El truco que encontraron los investigadores
australianos para hackear este mecanismo
de supervivencia básico del cuerpo, además, hace más probable que el peso que
se pierde no se recupere.
El estudio, Intermittent energy restriction improves
weight loss efficiency in obese men (La restricción energética intermitente
hace más eficiente la baja de peso en obesos), publicado en International
Journal of Obesity, convocó a 51 hombres de entre 25 y 54 años que llevaban
seis meses sin cambios en su peso y los dividió en dos grupos.
Uno de ellos mantuvo una dieta que redujo su consumo
calórico en una tercera parte de sus necesidades individuales durante 16
semanas seguidas. El otro grupo siguió esa dieta por dos semanas y luego
consumió todas las calorías que necesitaba durante dos semanas, al cabo de las
cuales retomó la dieta, y así. El ciclo se repitió hasta completar las 16
semanas.
Contra lo que indicaría el sentido común, al final
del estudio los que hicieron la dieta intermitente bajaron de peso un 47% más
que los que hicieron la dieta sin parar.
Además, seis meses más tarde, cuando se los volvió a
estudiar, los participantes del primer grupo habían subido un poco de peso,
como es normal al terminar una dieta. En cambio, los del segundo grupo, que
habían bajado 18 libras (unos 9 kilos), no habían aumentado un gramo.
La autora principal del trabajo, la profesora de
Ciencias de la Salud Nuala Byrne, explicó en sus comentarios al texto:
"Cuando reducimos nuestra ingesta energética al hacer dieta, el
metabolismo basal reduce su tasa mucho más de lo que se espera. Es un fenómeno
denominado termogénesis adaptativa, que hace que bajar de peso sea algo aun más
difícil de lograr".
Con su idea de dieta intermitente, Byrne comprobó
que es posible engañar al metabolismo basal, cosa que no habían logrado, aunque
partían de la misma conjetura, las personas que, por ejemplo, alternan comida
regular con ayunos.
Por último, este hallazgo tiene un beneficio
psicológico menor pero adicional: a veces una dieta sin horizonte final cercano
hace que las personas pierdan la motivación. Al saber que cada dos semanas hay
una vacación de dos semanas, es más fácil mantener la constancia.
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