Mauricio Macri ya decidió que pasará a retiro al
almirante Marcelo Srur, jefe de la Armada Argentina, pero antes de ejecutar esa
decisión política optó por privilegiar la búsqueda del submarino ARA San Juan y
sus 44 tripulantes, que desaparecieron sin dejar rastros en medio del Atlántico
Sur.
En la soledad del poder, Macri enfrenta una extraña
paradoja: confía más en la ayuda internacional que en la capacidad de la marina
para dilucidar una tragedia que todavía no sabe cómo se inició, pero que sí
supone cómo terminará. Por eso, el Presidente aún duda en reemplazar a
Srur por otro almirante, o directamente intervenir a la Armada designando a un
secretario naval para demostrar su malestar político y personal.
Frente a la inoperancia de la conducción de la
Armada, el gobierno logró que Estados Unidos y un organismo multilateral
vinculado al control del desarrollo nuclear, aportaran información fidedigna
para probar que el ARA San Juan estaba en dificultades. Macri ya sabía que la
marina desconfiaba de la colaboración ofrecida por Chile, Brasil e Inglaterra,
y enfrentaba una solapada rebelión que atrasó la búsqueda y rescate en 48
horas. No obstante, el Presidente avanzó por afuera de la corporación
castrense y accedió a esos dos informes que ratifican la información
clasificada que corría por canales alternativos.
Macri tuvo una reunión con Aguad y el secretario de
Asuntos Estratégicos, Fulvio Pompeo, e insistió con su estrategia de
revelar toda la información que se maneja sobre esta crisis, aunque ello
implique poner a la marina en una situación incómoda. El ministro de Defensa
regresó a su despacho y exigió al almirante Srur ciertas precisiones que en
otra época hubieran terminado con un expediente por desacato contra el jefe de
la Armada.
Aguad cree que Srur utiliza un canal de cable para
descargar sus diferencias políticas y que su estrategia de contención de los
familiares de los marinos desaparecidos no tiene tacto ni calor humano. En este
sentido, Aguad no se sorprendió al enterarse que los familiares habían
destruido un sector de la Base Naval del Mar del Plata, cuando se les explicó
que el submarino estaba a 3.000 metros de profundidad.
Mientras aguarda a que Macri decida si nombra un
nuevo jefe de la Armada o interviene la fuerza designando a un secretario
naval, el ministro de Defensa exigió al comandante Srur que presente un
exhaustivo informe sobre las circunstancias fácticas que llevaron a la
desaparición de ARA San Juan.
Aguad quiere saber si había una o dos corbetas
flanqueando al submarino antes de la tragedia, si las baterías de la nave eran
originales alemanas o de otro país, si se le ordenó que regresara
inmediatamente a Buenos Aires y por qué se decidió mantener en secreto durante
48 la ausencia de contactos entre el submarino y su comando naval, entre otros
interrogantes que aparecen rodeando a la tragedia del Atlántico Sur. Toda esa
información debería servir para deslindar responsabilidades, o ampliar la
denuncia penal que se tramita en los tribunales de Caleta Olivia.
Macri quiere saber la verdad sobre el ARA San Juan,
contener a los familiares de los 44 tripulantes y administrar justicia sobre
los oficiales que tuvieran responsabilidad en la tragedia del submarino
desaparecido. El Presidente casi no duerme por la crisis y medita sus tiempos
políticos para accionar su purga en la Armada. Jura que será inclemente.
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