En la apertura de la Asamblea Plenaria 115° de la
Conferencia Episcopal Argentina que se realiza en Pilar hasta el viernes, el
obispo Oscar Ojea se refirió al debate sobre el aborto que se está
realizando en el Congreso.
"Los seres débiles que nos rodean son el niño y
la madre en riesgo de abortar; porque es menor, porque es pobre o porque está
sola. A menudo en nuestros barrios se trata de dos niños: la madre casi niña y
el niño o niña por nacer. La preocupación por la vida no atañe sólo a su
comienzo. Es nuestro don fundamental y lo tenemos que resguardar siempre y en
sus diversas manifestaciones. No podemos darnos la vida a nosotros mismos,
pero en cambio estamos llamados a cuidarla. A cuidar nuestra vida y la de los
demás", sostuvo Ojea.
En una cita de la reciente Exhortación Apostólica de
Francisco sobre la Santidad, mencionó: "La defensa del inocente que no ha
nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en
juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada
persona más allá de su desarrollo".
Y, siempre citando al Papa, siguió: "Pero
igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten
en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia
encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas
de esclavitud, y en toda forma de descarte. No podemos plantearnos un
ideal de santidad que ignore la injusticia de este mundo, donde unos festejan,
gastan alegremente y reducen su vida a las novedades del consumo, al mismo
tiempo que otros solo miran desde afuera mientras su vida pasa y se acaba
miserablemente".
Ojea subrayó que "el Papa retoma el tema
de los descartables en esta sociedad. A la preocupación por el carácter sagrado
de la vida por nacer, añade la solicitud por cada vida humana. La del anciano y
del enfermo…y también podríamos decir la vida de aquella persona cuyo modo de
ser y su discurso tanto nos molesta porque o no piensa como nosotros o no
siente la vida, la iglesia o el país como nosotros".
Y agregó: "Ha comenzado a instalarse entre
los argentinos una fuerte violencia verbal que se canaliza principalmente en
las redes sociales y en algunos medios de comunicación. Reina un espíritu de
sospecha de unos hacia otros y se recurre continuamente a la descalificación.
El Papa insiste mucho en la gravedad de la difamación y la calumnia. Calumniar
a una persona es un modo de matarla, matando su honor. De este modo se mata la
confianza que otra persona puede tener en él o en ella. Se mata la caridad, que
es el vínculo de los cristianos y se mata la paz y la alegría, creando en la
sociedad un clima de discordia y de violencia".
Y concluyó: "En estos momentos dramáticos que
viven una vez más nuestros hermanos de Medio Oriente queremos poner
también en el corazón de nuestra Madre nuestra oración por la paz y por un
profundo cambio en el corazón de los que tomas las decisiones que conducen a la
guerra".
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