Decenas de agentes de inteligencia allanaron un
depósito clandestino del régimen persa en enero de este año. Como resultado del
operativo, se llevaron miles de archivos con información de las armas nucleares
que desarrolló la República Islámica durante años. Los detalles de la compleja
y arriesgada misión en Teherán
Después de dos años de espionaje y planificación, la
noche del 31 de enero pasado el Mossad estaba listo para llevar a cabo una
de las misiones más importantes de los últimos tiempos.
Seis horas y media. Ese era el tiempo que
tenían las casi dos docenas de agentes israelíes para irrumpir en un
almacén nuclear iraní secreto, ubicado en un barrio de Teherán. El
procedimiento fue cinematográfico. Los miembros de la agencia de inteligencia
de Israel tenía como objetivo apoderarse de los archivos que el régimen
persa había documentado durante años sobre su programa de armas nucleares clandestino.
En ese tiempo los agentes debían desactivar
alarmas, forzar dos puertas y abrir decenas de gigantescas cajas fuertes. Luego,
lograr escapar de la capital iraní con lo conseguido. Para el traslado se
utilizaron camiones. Para abrir las 32 cajas fuertes, tal vez una de las tareas
más complejas, se emplearon sopletes que alcanzaban los 3.600 grados.
Nada fue improvisado aquella noche. Todos esos
detalles las autoridades israelíes ya los conocían a raíz de la inteligencia
recolectada durante el proceso de planificación. Sin embargo, había un dato con
el que el Mossad no contaba.
Ronen Bergman, periodista de Yediot Aharonot e
investigador especializado en inteligencia, reveló que los agentes no se dieron
cuenta de que habría una gran cantidad de discos con información valiosa, consigna Israel
Noticias. Aunque sí esperaban un gran volumen de carpetas.
Ante esa situación, decidieron consultar los pasos a
seguir con el jefe del Mossad, Yossi Cohen, quien seguía la operación
minuto a minuto desde Israel. Casi sin dudarlo, ordenó que tomaran la
mayor cantidad de discos, pese a que la indicación desde el comienzo de la
misión era devolver la mayoría de la evidencia original para que las
autoridades iraníes contaran con menos pruebas en caso de realizar algún reclamo
cuando advirtieran que los archivos habían sido sustraídos.
Los informes de la inteligencia israelí indican que
durante la planificación de la operación se debatió si se debía fotografiar los
archivos o llevarlos a Israel físicamente, lo cual representaba una tarea mucho
más compleja.
Altos
funcionarios detallaron a The New York Times que muchos quedaron
sin tocar, mientras que la prioridad la tenían las "carpetas
negras", ya que contenían "los diseños más cruciales".
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