El Fondo Monetario Internacional había reiterado
tantas veces su apoyo al gobierno de Mauricio Macri que prácticamente
ningún observador atento dudaba de que habría una reformulación del acuerdo
firmado en junio para "reforzar" el programa con la Argentina. Analistas
en Washington y estrategas en inversiones de Wall Street descontaban que habría
humo blanco, como finalmente ocurrió ayer.
La mirada de estos expertos no se detiene ahora en
los efectos inmediatos del nuevo programa, que según coinciden disipa los
temores de un default y representa un importante "voto de
confianza", sino que adelanta varios casilleros hacia los desafíos que
tiene por delante el gobierno argentino. El oxígeno del Fondo debe servir
para "operar al paciente, no para estirar la agonía", ilustró el
especialista de un banco.
Es decir, hay consenso en que el acuerdo stand
by en su versión ampliada y revisada será efectivo sólo en la medida en
que la Argentina cumpla con las metas acordadas, en primer lugar la de
alcanzar tan pronto como el año que viene el equilibrio fiscal. El margen de
error se estrechó dramáticamente para la Casa Rosada y los analistas quieren
ver que esas metas efectivamente se cumplan.
"Más importante que el nuevo acuerdo con el FMI
será que Macri tenga la habilidad para conseguir la aprobación de un
presupuesto que cuente con el apoyo de los gobernadores y de los sectores del
peronismo tradicional", comentó a Infobae Michael Matera, director
del programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales
(CSIS, en inglés), de Washington, y conocedor de los resortes de la política
nacional.
Ese objetivo, además, debería ir acompañado del
"cumplimiento concreto del compromiso de déficit cero contemplado en el
presupuesto y de una demostración más clara de la capacidad de Macri para
obtener resultados en reformas importantes que están aún pendientes".
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