Luego de los incidentes en las inmediaciones
del Monumental y de la agresión que sufrió el micro de Boca mientras
se trasladaba hacia el estadio, la Conmebol anunció que la segunda Superfinal de la Copa
Libertadores se disputará el 8 o el 9 de diciembre fuera del
país. Doha y Asunción aparecen como las sedes más encumbradas.
Más allá de que aún está pendiente el fallo del Tribunal de
Disciplina, River se queda sin la posibilidad de recibir a su público y,
por el bochorno, sufrió pérdidas millonarias en las dos jornadas de
suspensión. Entre el sábado 24 y el domingo 25, se le escurrieron más de
20 millones de pesos en gastos.
Sólo en abonarle a la Policía afectada al operativo,
al club de Núñez se le fueron 4 millones de pesos. Tres debió pagarle a los
efectivos de la seguridad privada. Y ocho millones gastó en recursos propios
(alrededor de 260 empleados) y el personal de Utedyc -vale aclarar quen en
partidos decisivos de Copa Libertadores perciben jornal doble-.
En el alquiler del Tiro Federal para estacionamiento
de los vehículos y en la pirotecnia para el recibimiento del equipo, River
erogó 2.5 millones de pesos. A la AFA le correspondieron tres millones de pesos
en concepto de seguro del espectador y el 2% que recibe). A eso hay que sumarle
los gastos corrientes, por lo que la cifra total supera largamente los 20
millones de pesos.
Si la recaudación bruta ascendió a 100 millones, a
la institución le quedaron cerca de neto de 80 millones netos. Y más de 20 se
quedaron en los dos intentos de disputar la definición copera. Pero ante el
traslado de la misma al exterior, resta por verse si el público de River podrá
concurrir y el club deberá resolver cómo le devuelve el dinero a los que no
puedan trasladarse. Eso, sin contar la multa que seguramente le aplicará la
Unidad Disciplinaria de la Conmebol.
Los números son concluyentes: River, como
institución, también resultó una víctima de los incidentes.
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