Fuente Télam
La ONU publicó un informe que documenta
"asesinatos, torturas, malos tratos y detenciones arbitrarias"
cometidos en Bolivia en medio de la crisis desatada tras las elecciones de
octubre pasado, anuladas bajo sospechas de fraude, situación que derivó en la
renuncia del entonces presidente Evo Morales, que denunció que fue víctima de
un golpe de estado.
Al menos 30 personas murieron durante las protestas
entre el 20 de octubre y el 25 de noviembre, tras conocerse los datos de las
elecciones que dieron como ganador a Morales, y al menos 20 de estas muertes
ocurrieron durante operaciones de la policía y las fuerzas armadas.
"Algunos testimonios indicaron que las fuerzas
de seguridad recurrieron al uso innecesario o excesivo de la fuerza contra los
manifestantes y utilizaron armas para dispersar a la multitud", afirmó un
comunicado de la oficina de Bachelet difundido en Ginebra, sede del organismo.
En cuanto a las muertes, solo "fue posible
documentar 30, mientras que para otras seis muertes de las cuales se recibió
una denuncia, no fue posible realizar las oportunas verificaciones",
informó la agencia de noticias EFE.
"Por lo menos 20 de los fallecimientos
ocurrieron durante operaciones realizadas por la policía y por las fuerzas
armadas en el contexto de protestas; en otros cuatro casos las personas
murieron en enfrentamientos entre manifestantes, mientras que para los seis casos
restantes no se pudo determinar el origen seguro del deceso".
Entre los hechos más graves figura el asesinato de
nueve personas en manifestaciones en Sacaba, Cochabamba, y de 10 en Senkatae,
en El Alto, al lado de La Paz, de los que pasaron nueve meses y alrededor de
los cuales todavía reina la impunidad, lamentó Bachelet.
"Me preocupa profundamente que, nueve meses
después, aún no ha habido rendición de cuentas por las muertes en Sacaba y
Senkata, ni para la mayoría de las muertes ocurridas en el período cubierto por
nuestro informe", señaló.
Otras violaciones documentadas incluyen la detención
arbitraria de 28 personas en El Alto el 11 de noviembre de 2019, sometidas a
torturas y otras formas de malos tratos por parte de la policía.
Asimismo, el personal del Acnudh pudo observar a
funcionarios públicos y particulares haciendo uso de un lenguaje violento e
incendiario, así como violencia verbal y física contra indígenas, evidenciando
"un racismo profundamente arraigado".
Otro motivo de preocupación destacado en el informe
es la forma en que funcionarios o personas vinculadas al anterior Gobierno
fueron objeto de supuesta persecución judicial.
Ello "pone de relieve las deficiencias de larga
data del sistema judicial boliviano, y de ahí la necesidad e importancia de
garantizar el debido proceso", remarcó el comunicado.
También hubo 94 casos en los que se agredió a
periodistas, y personas que trabajaban en la Defensoría del Pueblo de Bolivia
sufrieron amenazas y ataques.
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